Sinceramente, voy a hablar de amor. Pero relajen sus expectativas, pues no va de filtros, amores caballerescos, platónicos o imposibles...
No es esa faceta del amor la que trato de analizar esta tarde. Sino el amor como concepto básico de lo cognoscible por el ser humano acerca de eso que siente cuando necesita de alguien...
Cuando se sienta solo a pensar sin meta alguna, y lo hace inevitablemente con voces de personas a las que, aun siendo un instante de soledad, ya está añorando. Palabras, gestos, voces... Señas y cicatrices en forma de energía generada por recuerdos necesarios... Energías activas aun cuando algunos ya fallecieron... Pilares que sustentan, ya no su existencia sino algo mucho mas importante para un ser racional. La relativa certeza de la misma que es capaz de percibir.
Esas personas que, aun ajenas, se involucran y demuestran que tus pensamientos, tu manera de mirar, de oír, de ver, sin ser del todo ciertos "ya que nada es seguro tal como se concibe" son al menos coherentes y aceptados como válidos y de alguna manera admirados... Personas que hacen que sientas libertad dentro de tus límites. Singular, único e importante... Un ego bien construido y consciente de sus carencias... Un ego que sustenta una felicidad cambiante y efímera. Una constante vibración emocional...
Cuando nos alejamos de esos pilares maestros de la estructura de nuestra mente, sentimos rechazo, sufrimos trastornos, nos vemos desamparados, la inseguridad nos va oxidando... Necesitamos compartir nuestra realidad con ellos o simplemente entrar en contacto físico. El ser humano es un ser hecho de miedos. Cuando los animales lo utilizan instintivamente a modo de alarma, nosotros le hemos atribuido una importancia que lo ha hecho grande y peligroso y demasiado a menudo diría yo, se hace con nosotros...
El miedo... Ese concepto tan difícil de comprender aún para esta mente inquieta... Uno de mis pilares, uno de los mas altos y con seguridad el mas hermoso, me dio hace poco una importante lección en cuanto a esta incesante necesidad mía de analizarlo todo en busca de una base racional... No todo tiene por qué tener sentido para que lo demás suceda a su alrededor... El miedo quizá sea una de esas cosas sin sentido visible que hacen la vida interesante para estos seres dotados de una mente inabarcable incluso para sí misma, y curiosamente suele ser una explicación muy factible para muchas incógnitas del comportamiento ajeno.
Personas que imponen barreras o parches al amor.
Que esperan a que su inquietud por romper esas barreras que los separan de sus pilares, sea objeto de la mediación de otros, o del destino mismo, la casualidad, la coincidencia o el tiempo...
Por miedo al futuro inmediato que generaría una acción directa en respuesta a un estímulo tan profundo como nuevo, sin importar que el detonante haya sido positivo o negativo...
Encerrados en una realidad creada para olvidar el arranque que se antoja ya momentáneo tras el instante en que el corazón se alertó pidiéndonos un corte inminente, o que terminásemos de acercarnos al objeto de tales impulsos...
Esperar, delegar, aletargar o intentar hacer curas de tiempo mientras observamos que el caldo de cultivo, sigue como siempre, que no cambia, pero que quizá lo haga si esperamos lo suficiente... Acciones vanas que no hacen mas que desangrar heridas que deberían coserse cuanto antes...
Y hoy acelero mi reflexión pidiendo a toda la humanidad "pues todos y cada uno de los individuos que la forman sin excepción alguna, aman", que no fuercen al amor, que no lo expongan al deterioro inminente, que lo protejan de quienes lo dañan aunque estos sean símbolo de devociones pasadas, pues los símbolos, como personas independientes, no cambian, pero sí nuestro sentir hacia ellos y el de nuestro corazón, que ya no necesita seguir atado con las mismas cuerdas...
Y en contraposición a todo este conglomerado de escudos y caparazones, pido con todo mi ser, que arriesguéis por lo que sentís por leve que sea. Que no privéis al músculo que os sustenta y al que achacamos estas dolencias afectivas, del honor que merece; El de seguirle por las sendas por las que decida llevarnos sin miedo a los golpes que por ello y con toda seguridad, recibiremos, pues son necesarios.
Y nunca, nunca, dejéis estas importantes tareas en manos de terceros. Ni esperéis a que se hagan solas... No va a funcionar. No va a suceder. Y si sucede, os arrepentiréis de no haber estado al volante cuando debisteis.
El tiempo sigue corriendo.
Ahora levántate, busca a uno de ellos, el que mas te apetezca, que no tiene por que ser el primero en el que pienses. ¡Te pido intensidad y no costumbre esta vez! ya sea de los importantes, uno en construcción, o uno pequeñito. ¡O cojones, ese al que nunca te atreves a acercarte!
Mírale a la cara, y decide si será un abrazo, unas palabras estúpidas o un beso, pero hazle saber lo que significa para tu existencia. Y hazlo pronto, te queda muy poco tiempo.
¡Corre!
