miércoles, 3 de agosto de 2011

A la triste figura... Sin temor ni armadura...

Serena y sensata viajaba...
Hondos mares meciendo la elevan...
Ella es roca, cemento, escarlata...
Ella es firme segmento de lata...
A los troncos marchitos que lluevan
ojos rojos que ciñan espada...

Y enhebrada la cuerda en su pena
se amedrenta, culmina y levanta
olvidando escanciar la melena
que el tirón de cabellos quebranta
el candor de las velas, la cena,
y no logra saciar su garganta...

Una mesa ovalada de estraza
seis caminos que llevan a Roma
el bufón que señala, no es broma,
el rufián que sentado amenaza...

Sueñe, señora, sueñe...
Dice el abad con desgana...
No sea que el pecado se adueñe
de su suerte al llegar la mañana...
y con muertos harapos desdeñe,
migajas de sol, rayos de lana...

Metafóricos cantos de espuma
intensa cadencia de bruma
sentencia, lamento de muerte
que al sórdido pájaro abruma...

Y no es tanto batalla o peligro,
sino báquica lívido en flor,
aquella a quien solo, yo emigro
a entregar suelo, techo y rencor...

Espada, reliquia y capote,
mas válidos que oro en lingotes
mas de quinientos bigotes
quebraron su honor por dinero
mas fue noble aquel caballero
y mantuvo su hombría en disputa
golpeando por la fuerza bruta
rechazando infinitos escotes
sorteando arrabales y putas
blandiendo feroz el acero
buscando sin pausa una ruta
clamando al amor verdadero...

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