jueves, 11 de julio de 2013

Los misterios de la letra eMe...

Los dedos que agarran despacio a la prisa en el centro...
Los labios que besan la risa sobre mis cimientos...
El pájaro verde marchito de la algarabía.
Las flores flotando en la brisa de cieno y porfía...
Las sábanas rotas de amor, de desgarro y de hieles.
Los saltos entre las baldosas de sedosas pieles.
El anciano
el alcohol, regaliz de recuerdos de niño.
El fuego
la antorcha estival, el muñeco lampiño.
Su sexo, su olor, su verano, su queja, su sueño.
Sus manos de ingente candor, su llorera, su empeño.

El matiz, una cárcel, neuronas, espuma y colchones.
Las brasas del cuándo y de cual de mis males de amores.

Esperpento, barítono, sol, grabadora, entusiasmo,
la inercia del que quiere amar y llegar al orgasmo.

La cuántica y vil claridad de un sabor a humedades.
La vértebra, unión cerebral, y estas dos dualidades...

Abrázame, pídeme pues que te otorgue mis besos.
Suéltame ahora a impedir que nos hagamos viejos.

Y no olvides cerrar al clamor de tus males las puertas
no dejes entrar en tu ser zarandajas, reyertas...

Asómate ya a la ventana.
Reclama esos diez girasoles.
Acaba ya con la desgana y enrédate aquí. Donde claman perdones
los gatos baratos,
tu par de zapatos,
tu olor carmesí...

Las virtudes de Adefesio...

Tampoco me faltan ganas 
ni paciencia ni virtudes ni defectos, 
ni nociones sobre ciencia, pues son firmes mis cimientos 
y si fluyo en esta idea, ya a mi nada me apalanca. 
Soy hoja muerta que atranca 
el vendaval de tu escondite. 
Chille fuerte, corra y grite, 
y no conseguirá encontrarme, 
no mas cuando yo me alarme,
y tenga huevos pa decirle;
Sueñe señora, sueñe.
Impidamos temporal,
y que de su voz me adueñe...
cuando empiece a clarear...

Polvo de hierro

La muerte se avecina en un molesto y pendenciero bar maltrecho.
Apedreado por los años, haciendo esquina.
Malversando el olor de la mina de un alma sin par...

Al verte el sol se inclina y se atardece a molestar.
A la otra mitad del mundo. A su lado más profundo.
Vástagos del madrugar y de la prisa.

Al lado de los gorriones de mi alma de faquir,
en pelota y sin saber a dónde ir...
Demente vagabundo.

Sin sueño y mal cansado,
a base de sal, salado
y denigrante.

Al ver la vi pasar delante
y asfixiante,
proseguí...

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