La inminente tempestad que se avecina,
deja atónito a cualquiera que se precie.
Animal que esclareció de cierta especie
planta inerte una bandera en cada esquina.
Y bailando a mi puerta se inclina
sombría presencia de antaño.
Es cómico, pasan los años
y como ermitaños clavamos la espina
a los reyes de la cocaína.
Al muérdago de la endorfina
que amores calcina y suaviza dolores
mandarinas de ciertos colores
olores intensos como a clementina
en la indómita escarcha
de esta torpe marcha
de ciegos afines
en contenedores...
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