sábado, 24 de abril de 2010
Y no sabrá si quiso ni supo bajar...
Y palmetean sus pies sangrantes sobre el crudo polvo
que seco espesa pesares negros
crudos lamentos
rojo rugir su cabeza en mares de pereza
desidia, rabia corre y pisa cristales mojados escaleras arriba.
Cansada.
Agarrados sus dedos a la fría pared de piedra que tizna su alma de seco carbón.
Y nunca pasa nada.
Polvo, arena y luego piedras...
Y las piedras, la hicieron rodar...
Entonces comenzó a callar...
Calló y cayó y le costó bajar y al fin se vió en un camino
el camino con el que siempre sueña
el que siempre quiso andar
descalza. Desnuda de inquietudes.
Y ahora le toca decidir...
Aunque no sé si sabe siquiera que otra vida la espera y que no es fácil,
para llegar a ella,
cruzar la carretera...
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