martes, 10 de enero de 2012

Diez algarabías con vino, cuando emite el sol su trino...

Carnívoro semáforo da coces en estómago,
disloca roca de ópalo, ¡destápalo no es líquido!
De zócalos intrépidos, reflejos de testículos,
cuestiónalo, muy rápido, haz cálculos ridículos
y atisba en hipotálamos el círculo malévolo
del ebola, del émbolo, ¡apresúrate, vacúnalo!
No es cruel, así que acúnalo en el álamo sintáctico
acorrálalo y enciérralo y no insultes su estocada,
de su sombra malograda que alfombrada de claveles
acolchona los tambores de cuadrúpedos cinceles,
pinceladas que a patadas regurgitan churumbeles,
atesoran los papeles
de una vida compungida,
son tres horas sin salida
en las que ignoras que lo impidan,
la que a arriero en estampida
en otra vida estuvo unida
y ahora helada,
flor quebrada,
antaño duende, otrora hada
enamorada de las moras del arbusto en el que ahora
lloran musgos y alopecias,
calvos ruidos, llanto en Crin, Jasón, Lucrecia,
y una entrópica estrambótica y neurótica sombrilla
se hace amiga de las sillas,
cogen fresas con las mesas,
en alcohólicas dehesas estampadas de alcornoques

roces, choques
albornoces
adoquines, calcetines
de aerostáticos delfines,

de parejas entre rejas con pelusa en las orejas,
del abismo que acontece cuando a solas si me dejas...

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