Atardece y me doy cuenta
no se intenta, se merece
dos, mil, tres, cientos, cincuenta...
Y por minutos, anochece...
Y es oscura la tormenta
y es grisácea y macilenta
la luz que se desvanece
de farolas polvorientas
de la calle de las piedras
en que musgos compadecen
un desgaste que al amparo
de los muros de las casas
a nadie resulta raro.
Todos comen uvas pasas,
todos lo pagarán caro
viendo desde las terrazas
como caen y rompen tazas
como llueven cucharillas
y una vieja de rodillas
las recoge sin reparo...
Es un barrio de redobles,
de niños pintando a tiza
de personajes muy nobles
que siempre visten camisa.
Es un barrio que da risa,
que ensordece a la templanza
destartala y amontona
jaulas, macetas y andanzas
de barbas blancas con panza
de alguacil y comadrona...
A este barrio vienen gentes
de otros mundos, diferentes...
A este barrio no regresan
señoricos ni marquesas.
Pues todos saben de sobra
que aquí vive una señora
que con poco si se asombra
que mantiene todo en obras
pa pintar hasta las losas
del dobladillo escombrero
que perfila tantas cosas
que otros llevan de sombrero
y aqui son maravillosas
son tesoros sin ser de oro
son gigantes siendo de antes
simples chismes de decoro...
Nuestro barrio es de cortezas
de ristras y tocino.
Nuestro barrio si te alejas,
te lo encuentras como vino,
con sus mas altos galanes,
los de colores y afanes;
Edificios desteñidos,
decorados, suspendidos,
arrugados o ceñidos...
Pero siempre que les ganes
a los pollos en sus nidos,
Siempre que aproveches panes
para migas días llovidos,
volverás a estos balcones,
sentirás que no te has ido...
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