Al son de un retraso que al tiempo discute,
se marcha y taladra el oído de un llanto
que un canto parece.
Me abarca en sus brazos y lloro,
cortinas de oro y alfombras de esparto
y curado de espando me acojo en la aurora.
De un cuarto que añora tus partes
que sus bellas artes
no quieren,
no pueden,
no deben mostrar...
Ampárame dios del rastrojo y la hombría,
que esta almohada mía,
no quiere,
no puede,
no debe soñar...
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