Metiendo cizaña en cajones de esparto,
mirando el reloj cada hora y tres cuartos.
Me siento; ¡Anda! ¡Luz! y despierto en dos saltos.
La extraña vertiente de jarra incipiente
desgarba y venera apuntando bien alto
los nombres de aquellos
que siendo plebeyos
dieron sobresaltos...
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