Penínsulas ignotas.
Diamantes, brillantes,
lentejuelas renqueantes.
Bálsamo y bromuro,
parpadeando en oro puro.
Melancólico vagaje
disfrutando del paisaje.
Aguantando el oleaje
de botellas sin mensaje,
de licores, parlamento,
que me observan cuando miento,
que elegí tornar cimiento
y pespuntar cualquier momento
como si fuera uno solo
y no parte de otros tantos.
Que barajan mil quebrantos,
cuando al fin me descontrolo,
me sosiego, me amedrento,
nunca me siento contento.
¡Espanto!
¡Pegamento!
¡Uña, carne, llanto!...
Tampoco será para tanto...
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