miércoles, 7 de diciembre de 2011

La casa salitre...

La casa salitre
no tiene portales,
ni tele ni radio, no llegan señales.

La casa está sola,
se inventa sus muros,
cocinan en ella cien mil huevos duros,

los castos, los puros,
habanos, romanos,
no salen de ella con limpias las manos...

Renace disuelta en caladas de seda,
que velan por que nada raro suceda.

La casa te envuelve,
sonríe cuando sales.
Espera si vuelves, da saltos mortales.

La casa salitre conoce los años.
Peldaño a peldaño simula pupitres.

Tejados con buitres
que lucen reaños,
y como oro en paño guardan tus despistes.

Te esperan despiertos,
ponen los cubiertos,
recubren las mesas con sapos hambrientos.

Cultivan mis huertos,
riegan los balcones,
y en ellos rebrotan de rejas raigones,

de verdes colores,
de amargos olores,
que atraen numerosos cántaros cantores,

repletos de agua,
enfriando la fragua
desbordando cubos de infames piraguas,

te abordan, te rompen,
te adornan los bordes,
respiran redobles, tambores de pobres,

letargos sencillos,
huesos amarillos,
no somos los grillos de tu impresionismo,
no sigas pensando que somos lo mismo,
que encuentro tu abismo,
pues siendo yo mismo,
ilustre inconformismo,
del don que me has dado,
tal como he encontrado ahí sentado mi ritmo,
mi interno algoritmo,
mi costumbrismo ilustrado...

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