Caravana de carcasas
charcos, casas, esperpentos.
Rebanar sesos por cientos,
tantos tientos entretanto.
Obra gris del desencanto,
amaranto, desconcierto,
sobredosis de cemento,
cascahuesos, escoliosis...
Sin parálisis, concéntrico,
geriátrico y martírico,
que sale en el periódico,
de un crimen supersónico,
mecánico, bulímico,
ese ruido que ensordece,
al sinsentido que estremece
y de entre meses coge agosto,
cae agusto y se destira,
le arranca la miel a tiras al panal desaliñado,
que por soles las avispas han dejado abandonado,
que sangra de pié el costado
de una puerta sin cerrajas
ni cerrojos que de reojo
escudriñan entre cajas
llenas de horas muertas luego,
que se inventan algún juego
en el que pierde el mas atento,
se usa de tablero el viento
y tal que fichas flotan notas,
cuerdas rotas de vocales,
sordas tuercas de motores
que de flores los locales llenan tocando tambores.
Y espero que te enamores,
de este llanto en desconsuelo,
cuando rueden por el suelo,
instrumentos de estertores,
siseando por el pelo
de trescientos tres roedores...
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